SIMÓN TRINIDAD: HOMBRE DE HIERRO Y CORAZÓN DE FUEGO

18.10.2017 14:38

Por Uldarico Flórez Peña

Brigada Jurídica “Umaña Mendoza”


Ricardo Palmera Pineda conocido en las filas insurgentes como “Simón Trinidad”, es un claro símbolo de la resistencia y dignidad de un pueblo que tuvo que levantarse en armas para hacer frente al terrorismo estatal. De él podríamos decir con José Martí que pertenece a esa clase de hombres que se rebelan con fuerza terrible contra los que roban a los pueblos su libertad, que es robarles su decoro. Hoy, casi 13 años después de su absurda extradición, y luego de que las FARC-EP ha dado el histórico paso de dejar las armas para transitar por los caminos de la lucha política legal, la repatriación de Simón Trinidad y su liberación se constituye en un imperativo ético-político.
LA CUNA DE ORO QUE VIO CRECER A SIMÓN TRINIDAD 
Simón Trinidad nació el 30 de julio de 1950, en un momento de escalamiento de la violencia oficial, tras el asesinato del líder popular Jorge Eliécer Gaitán. Sus años de infancia transcurrieron así bajo el clima represivo instaurado por las dictaduras conservadoras de Mariano Ospina Pérez, Laureano Gómez y Rafael Urdaneta Arbeláez, quienes a través de los aparatos represivos del Estado sembraron el terror en los diferentes puntos de la geografía nacional para intimidar y silenciar la oposición política y social.
No obstante esta primera violencia no tocó al joven Ricardo Palmera, quien provenía de una familia con ciertos recursos económicos, que crecieron gracias al éxito profesional de su padre Ovidio Palmera Baquero, quien ejercía como jurista en varias ciudades del país, entre ellas Bogotá, donde había cursado sus estudios universitarios y había establecido una oficina a pocas cuadras del, también, abogado y político liberal Jorge Eliécer Gaitán.
Este origen social privilegiado le permitió al joven Ricardo estudiar en el colegio Helvetia de Bogotá fundado, a finales de los años cuarenta, por un grupo de ciudadanos suizos; allí también estaban matriculadas sus hermanas y fue precisamente en este centro de estudios donde –según su propio testimonio- empezó a gestar sus primeras ideas acerca de la problemática política y social del país, la que ya traía en sus sangre por línea paterna, ya que su bisabuelo había participado al lado de las filas “revolucionarias” en la contienda de los Mil Días.
Poco después de concluir su educación básica primaria, Ricardo se inclinó por la carrera militar y se vinculó a la Escuela Naval en Cartagena, sin embargo rápidamente se desencantó de ella, por lo que decidió culminar sus estudios de bachillerato e iniciar la carrera de economía en la Universidad “Jorge Tadeo Lozano”, facultad que en el pasado había contado con decanos de alto reconocimiento académico e intelectual como el profesor Antonio García.
EFERVESCENCIA POLÍTICA Y REPRESIÓN
Una de las primeras experiencias laborales que tuvo Ricardo Palmera fue en la Caja de Crédito Agrario, Industrial y Minero, allí se interesó por los problemas relacionados con el uso y la tenencia de la tierra. Posteriormente trabajó como catedrático de economía en la Facultad de Contabilidad y Administración del Instituto Técnico Universitario del Cesar antecedente de la Universidad Popular del Cesar, donde despertó el interés de sus estudiantes hacia los problemas del país y dio impulso a la Asociación Sindical de Profesores Universitarios.
Para entonces Ricardo no era ajeno a la efervescencia política que vivía la juventud colombiana a finales de los años setenta y comienzos de los ochenta y fue a través de la actividad cultural que en un principio el novel economista trató de canalizar sus inquietudes políticas, las cuales se orientaron hacia la creación artística y teatral, labor que desarrolló en compañía de su amigo Jorge Perozo. Pero esta experiencia tuvo un imprevisto desenlace cuando su camarada fue encarcelado.
Eran los tiempos del llamado “Estatuto de Seguridad” promulgado por el entonces presidente Julio César Turbay Ayala (1978-1982); la tortura y las violaciones a los derechos humanos estaban al orden del día, como lo puso de presente en su momento el Informe de Amnistía Internacional. Ricardo no escapó a esta ola de persecución: en Valledupar su residencia fue allanada y de allí conducido al batallón de La Popa, para luego ser trasladado a la Brigada Segunda de Barranquilla, donde fue sometido a tratos crueles e inhumanos.
Aunque sólo estuvo retenido durante una semana, esta experiencia negativa marcaría para siempre a Ricardo Palmera, y, como miles de compatriotas que en Colombia han vivido esta enconada persecución estatal, contribuiría a su radicalización política y, años más tarde, a tomar el camino de las armas como única vía para garantizar su vida y luchar contra la injusticia social. Entre tanto, Ricardo había formalizado su relación afectiva con Margarita, con quien contrajo matrimonio y del cual nacieron dos hijos.
“LOS GRUPOS PRIVILEGIADOS SÓLO ENTIENDEN OBLIGADOS POR LA FUERZA MATERIAL DEL PUEBLO”
Los años ochenta fueron de intensa militancia política y social para Ricardo Palmera. Su periplo que había iniciado con su intensa actividad en la casa de la cultura en Valledupar y su labor sindical en la Universidad Popular del Cesar, prosiguió con su adhesión a la corriente del Nuevo Liberalismo, liderada por Luis Carlos Galán y Rodrigo Lara Bonilla, y con quienes Ricardo logró establecer estrechas relaciones políticas, hasta que aquella prometedora disidencia terminó por transitar los mismos trillados caminos del bipartidismo.
De allí que su verdadera vocación política se hubiera expresado con todo su esplendor en el impulso al Movimiento Cívico Popular “Causa Común” del departamento del Cesar y sur de la Guajira, el cual fundó junto con su amiga y también economista Imelda Daza. Se abría entonces en el país una posibilidad de paz para Colombia, y esa coyuntura fue interpretada positivamente por los promotores de “Causa Común”, quienes en un congreso de Organizaciones Populares celebrado en Bogotá, en octubre 1985, expresaban: “fue necesario que el movimiento guerrillero se desarrollara se fortaleciera para obligar al gobierno bipartidista a sentarse en la mesa de negociaciones….demostrándonos una vez más la historia que los grupos privilegiados no entienden sino obligados por la fuerza material del pueblo”.
Tres meses antes de este congreso y fruto de los acuerdos de “cese al fuego, tregua y paz” suscritos por las FARC y el gobierno del presidente Belisario Betancur, surgía a la luz pública la Unión Patriótica (UP), un movimiento amplio y legal, con una amplia base popular, conformada por comunistas, guerrilleros en tregua, militantes de los partidos tradicionales, activistas de los movimientos cívicos, ligas campesinas, sindicatos obreros y asociaciones comunales, con una perspectiva real de poder. Ricardo Palmera, decide entonces dar el siguiente paso e ingresar a las filas de la Unión Patriótica (UP) junto con su compañera de lucha Imelda Daza.
La UP se erige como una importante alternativa política para los colombianos que pugnan por transformaciones democráticas, y ante este inminente avance la oligarquía responde con la más cruenta “guerra sucia” que se haya desatado contra movimiento legal alguno. Con el asesinato de buena parte de sus compañeros de actividad política, los caminos para la acción política legal se fueron estrechando, y Ricardo no encuentra otra alternativa para resguardar su vida que vincularse a la guerrilla de las FARC, donde asumió el nombre de “Simón Trinidad”.
ASÍ CASTIGA EL IMPERIO A QUIENES ATREVEN A REBELARSE
Como Integrante de las FARC-EP, Simón Trinidad fue capturado el 2 de enero de 2004, en una calle céntrica de Quito (Ecuador) luego de un operativo ilegal adelantado por la Central de Inteligencia Norteamericana (CIA) y posteriormente extraditado a los Estados Unidos, acusado falsamente de terrorismo, secuestro y narcotráfico. La orden de extradición fue dada por el ex presidente Álvaro Uribe Vélez, quien fabricó un montaje judicial con el fin de violar el mandato constitucional que prohíbe la extradición de nacionales por razones políticas y ante la imposibilidad de probar el delito de narcotráfico se le hizo responsable de la retención de tres mercenarios norteamericanos en la selva del Caquetá, siendo juzgado por “terrorismo”.
Hoy “Simón Trinidad” enfrenta una condena de 60 años de prisión en el llamado “hueco” de la prisión de Florence Colorado. El objetivo de esta sentencia no es otro que castigar su rebeldía y sus ideales de libertad y justicia social, manteniéndolo en condiciones de reclusión sumamente indignantes. Para lo cual se le impuso la Medida Administrativa Especial (SAM por sus siglas en inglés), la cual prohíbe la comunicación con cualquier persona no autorizada por el gobierno, al punto que sólo puede tener contacto con sus abogados aprobados y algunos familiares.
Tras su condena, Simón Trinidad fue transferido a la prisión de máxima seguridad de Florence-ADX, en el estado Colorado de EEUU. Las críticas condiciones de esta penitenciaría son descritas por su abogado en los Estados Unidos, Mark Burton, quien señala lo siguiente:
Florence está situada en una parte relativamente alejada y desértica del estado de Colorado, en los EEUU. Mucha área de la prisión está debajo de la tierra y los presos pasan la mayor parte de sus días subterráneamente. Hasta el año pasado, Simón Trinidad estaba preso en la Unidad H, un patio para personas que el gobierno de los EEUU considera terroristas. Las celdas miden 7 por 12 pies, aproximadamente 2,14 por 3,66 metros. Todo está hecho con cemento, incluyendo la cama. Mientras un prisionero esta en esta unidad H, está en esta celda de 22 hasta 24 horas al día, en total soledad. Él tenía derecho a salir para realizar ejercicios, 3 veces por semana, donde él podía hacer ejercicio en un tipo de jaula, al aire libre. En esta jaula podía caminar hasta 10 pasos. Había otros prisioneros al lado en otras jaulas. Simón Trinidad podía tener conversaciones con los otros presos pero sus conversaciones estaban siempre monitoreadas.
LA REPATRIACIÓN HUMANITARIA
Al iniciarse los diálogos de paz entre el Gobierno del presidente Juan Manual Santos y la guerrilla de las FARC, con el propósito de poner fin al conflicto y avanzar hacia la construcción conjunta de una paz estable y duradera, estos últimos designaron a Simón Trinidad como plenipotenciario para coordinar el proceso de dejación de armas, compromiso que no pudo concretarse, porque el saliente presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, no incluyó a Simón Trinidad en la lista de indultados a finales del 2016
Ante estos hechos, la Brigada Jurídica Eduardo Umaña Mendoza junto con varias organizaciones defensoras de derechos humanos, prisioneros y ex prisioneros políticos y personalidades nacionales e internacionales venimos desarrollando varias iniciativas, entre ellas,( Simón Presidente, Simón Trinidad y el Tribunal Internacional de Opinión entres otras), una gran campaña por la repatriación humanitaria de Juvenal Ricardo Ovidio Palmera (Simón Trinidad). En tal sentido, la primera tarea que nos propusimos fue la de presentar el pasado 17 de abril de 2017, a los compañeros Voces de Paz, una proposición humanitaria solicitando que Simón Trinidad fuese repatriado a Colombia por condiciones humanitarias y de paz y, a su vez, la conformación de una comisión de Congresistas que adelante una visita a este preso político colombiano en la cárcel de Colorado (EEUU) .
Posteriormente, el 16 de mayo del año en curso, radicamos un derecho de petición al señor Presidente de la República Dr. Juan Manuel Santos Calderón para que en el encuentro con su homólogo Donald Trump presentara dicha iniciativa. Pocos días después la Dra. Diana Acosta Escalante asesora de la Secretaria Privada de la Presidencia de la República nos dio respuesta dándole traslado de este asunto al Ministerio de Relaciones Exteriores, teniendo en cuenta que dichos trámites se canalizan a través de esta última entidad gubernamental, la cual tiene la competencia para estudiar el tema y responder de fondo a nuestro requerimiento.
Por su parte, la titular de la Cartera de Relaciones Exteriores, la Dra. María Angélica Holguín Cuellar dio traslado de esta solicitud al Ministerio de Justicia y del Derecho, ya que es la oficina de asuntos internacionales de ese ministerio la competente para tramitar la repatriación de personas condenadas en un país extranjero. Cabe señalar que la petición debe allegarse vía diplomática directamente por el ciudadano privado de la libertad y condenado en otro país, tal como lo establece el Artículo 4º del Decreto 4328 del 11 de septiembre del 2011. Ahora bien, aunque el tramite no lo requiere, el solicitante puede conferir poder a un profesional del Derecho que lo presente ante las autoridades colombianas encargadas del mismo, sin que ello supla la solicitud expresa y escrita del ciudadano condenado que da inicio al trámite de repatriación. En este orden de ideas, el 6 de junio de 2017, la Brigada Jurídica allegó al Ministerio de Justicia y del Derecho parte de la documentación requerida para que se inicie el estudio de la solicitud.
Aunque Simón Trinidad constituye un caso emblemático son numerosos las colombianas y colombianos extraditados que padecen la injustica de las cárceles del país imperialista, entre otros cabe mencionar a: Nelson Vargas Rueda, Omaira Rojas Cabrera (Sonia), Jorge Enrique Rodríguez (Iván Vargas), Erminsón Cuevas Cabrera (Mincho), Edilma Morales Loaiza, José María Corredor y José Cuesta León. De allí la necesidad de fortalecer la campaña para la repatriación de todos los presos políticos presos en las cárceles extranjeras.

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